Los aromas de ciertos enclaves flamencos, forjados por el poso de las aportaciones de artistas geniales, ha hecho de ellos referentes en el imaginario de la afición, esa extraña especie, recóndita y siempre al borde de la extinción, aunque apasionante.
Cádiz es uno de ellos, imprescindible, quizás el más flamenco.Mariana de Cádiz, también Mariana Cornejo, es testigo de su época
. esplendorosa, la que nos legaron tanto el sin par Aurelio como los Manolo Vargas, Pericón, Perla o Chaqueta.

y el público se lo ha reconocido, convirtiéndose así en figura habitual en todo tipo de espectáculo, como los festivales, donde por espacio de más de dos décadas se ha contado de forma insistente con su arte -en la Cata la hemos disfrutado en dos ocasiones, en la vigésima y vigesimoquinta-.
Su discografía refleja su personalidad que, aunque marcada profundamente por su Tacita de Plata, trasciende su cuna y abarca otros estilos, incluso aires de ultramar como el son. De hecho, su temperamento dinámico y rebosante de simpatía la ha llevado a trabajar en otros mundos artísticos fuera de la música, e incluso en televisión.
Destaquemos además que algunos de sus reconocimientos más significativos le han venido de esta tierra cordobesa, donde se la quiere y admira, como los del Concurso Nacional de Córdoba.
y esta noche, en Montilla, tributamos un homenaje al flamenco en su figura.
Manuel Ruiz Galán Febrero 2013
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